Llegó al mundial de fútbol de Rusia 2018 como una promesa, pero su actuación personal destacadísima, sumado al logro colectivo de su selección consagrada campeona de la competencia el 15 de julio, lo confirmó como uno de los mejores jugadores del mundo.
La vida de este oriundo de París, con ascendencia argelina y camerunesa, comenzó el 20 de diciembre de 1998, coincidiendo con el año en el cual su selección se coronó por primera vez campeona del mundo en fútbol.
Casi veinte años después, y con los acontecimientos descriptos, la coincidencia le aporta un significado histórico a dicha fecha…
Desde pequeño se interesó por el fútbol, y su padre, exfutbolista y entrenador, lo animó a practicarlo al apreciar el talento de su hijo.
Debutó en 2015, en el club Mónaco, donde desarrolló una performance que despertó el interés de muchos equipos de jerarquía.
Sería el Paris Saint Germain (PSG) quien finalmente se quedó con la estrella en ascenso y lo sumó a su delantera explosiva y de lujo que además cuenta con: el uruguayo Edinson Cavani y el brasilero Neymar.
Antes de consagrarse campeón del mundo con la selección francesa mayor, integró los planteles de la sub-17 y la sub-19, donde demostró su talento arrollador, hecho que obligó al entrenador Didier Deschamps a incluirlo dentro de la lista de 23 jugadores que viajaron a Rusia 2018.
Con una actitud más que modesta reconoció que la copa del mundo fue posible gracias a la comunión de todo el equipo que confió absolutamente en poder lograr el objetivo, y así lo hizo.
A pesar de haberse convertido en la figura preciada por los clubes más poderosos, decidió quedarse en el PSG, y desechó de ese modo la propuesta de Real Madrid.
Un auténtico crack de la cancha, pero también de la vida…