Roald Amundsen fue un ávido y valiente explorador noruego cuyo nombre dejó el anonimato, allá por comienzos del siglo XX, cuando con su equipo expedicionario llegó al Polo Sur por primera vez, pasando a la historia como su descubridor.
Porque claro, a comienzos del siglo pasado, la Antártida, era un absoluto misterio para todos pero también era un destino codiciado por muchos exploradores que querían gozar del éxito de ser sus descubridores.
Entonces, ante el cambio obligado de proyecto y de rumbo, Amundsen, se ocupó de reunir a los hombres más preparados en esquí y conducción de trineos y compró más de 50 perros esquimales para que tiren de dichos trineos.
Pero nuevamente aparcería competencia, el inglés Robert Scott, que se proponía el mismo objetivo, sin embargo, Amundsen, esta vez llegaría primero.
El premio de ser el descubridor implicó un rédito notable pero la "empresa" demandó mucho esfuerzo físico y un cierto riesgo de vida como se aprecia del resultado trágico obtenido por la misión de Scott, al tratarse de un territorio desconocido y climáticamente adverso como consecuencia del frío extremo.
Sin embargo, este valiente expedicionario terminaría siendo víctima de sus hazañas, ya que en junio del año 1928, cuando sobrevolaba en una aeronave el Polo Norte, en el marco de una operación de rescate, su avión, se presume, se estrelló en el Mar de Barents.
A pesar de los esfuerzos de búsqueda su cuerpo no fue encontrado.
El día de su llagada al Polo Sur, el 14 de diciembre, pasó a ser el flamante día del Polo Sur para su patria, que en su homenaje lo recuerda en esa fecha, cada año.